sábado, 8 de diciembre de 2007

Modelo de fe.


Al anuncio de que ella dará a luz al "Hijo del Altísimo" sin conocer varón, por la virtud del Espíritu Santo, María respondió por la obediencia de la fe (Rm 1,5). Segura de que nada hay imposible para Dios dice_ "He aquí la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra" (Lc 1, 37-38). María aceptó la voluntad divina de Salvación, sin que ningún pecado se lo impidiera, se entregó a sí misma por entero a la persona y obra de su Hijo, para servir por la gracia de Dios al misterio de la Redención. (Cf. Concilio Vaticano II, LG 56).
Por su total adhesión a la voluntad del Padre, a la obra redentora de su Hijo, a toda moción del Espíritu Santo, La Virgen María es para la Iglesia el modelo de la fe y de la caridad. Por eso es "miembro muy eminente y del todo singular de la Iglesia, incluso constituye la figura de la Iglesia". (Cf. LG 53. 63).
La fe católica enseña ciertos dogmas, - verdades que debemos creer- a cerca de María, éstos se fundan en lo que cree acerca de Cristo, pero al mismo tiempo, lo que enseña sobre María ilumina la fe en Cristo.

Dogmas: Un dogma es una verdad que todo cristiano – católico está obligado a creer: El Magisterio de la Iglesia tiene autoridad plena, dada por Cristo, para proponer al pueblo cristiano a adherirse irrevocablemente a ciertas verdades de fe, contenidas en la Revelación Divina o que tienen con éstas un vínculo necesario. A cerca de la Virgen María, la Iglesia nos propone cuatro dogmas:
Maternidad Divina: La Iglesia confiesa que María es verdaderamente la Madre de Dios. Este dogma fue proclamado desde el siglo V, en el Concilio de Éfeso.
María es aclamada bajo el impulso del Espíritu Santo como "la madre de mi Señor", desde antes del nacimiento de su Hijo (Cf. Lc 1,43). Es Madre de Dios por haber engendrado por obra del Espíritu Santo Y dado a luz a Jesucristo, no en cuanto a su naturaleza divina, sino en cuanto a su naturaleza humana asume en la Encarnación.
Inmaculada Concepción: La Iglesia reconoce que María "llena de Gracia" por Dios, fue preservada sin mancha de pecado original desde su concepción, por una singular gracia y privilegio de Dios Omnipotente, y por estar predestinada a ser la Madre de Dios. Esto es lo que confiesa el dogma de la Inmaculada Concepción, proclamado en 1854 por el Papa Pio IX.
Para ser la Madre del Salvador, María fue "dotada por Dios con dones a la medida de una misión tan importante" (LG 56). El ángel Gabriel en el momento de la anunciación la saluda como "llena de Gracia" (Lc 1,28)
Ella es "redimida de la manera más sublime en atención a los méritos de su Hijo" (LG 53). Por la gracia de Dios, María ha permanecido pura de todo pecado personal a lo largo de toda su vida.
La Perpetua Virginidad: Otro dogma a cerca de María es que Ella es siempre virgen. La Iglesia ha confesado esta verdad desde las primeras formulaciones de fe: "Jesús fue concebido en el seno de la Virgen María únicamente por el poder del Espíritu Santo", afirmando también el aspecto corporal de este suceso, "Jesús fue concebido sin elemento humano, por obra del Espíritu Santo" (Concilio de Letrán, año 649).
La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María. También en virtud de los méritos de Cristo. María es virgen porque su virginidad es el signo de su fe no adulterada por duda alguna (Cf. LG 63).
La Asunción de María: La Virgen Inmaculada, preservada libre de toda mancha de pecado original, terminado el curso de su vida en la tierra, "fue llevada a la gloria del cielo y elevada al trono por el Señor como Reina del universo". (Cf. LG 59). Este dogma fue proclamado por el Papa Pío XII en 1950.
La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la Resurrección de su Hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos.

Advocaciones: María se representa de diferentes formas, con imágenes y vestidos distintos y con nombres también muy variados. A estas representaciones se les llama advocaciones o dedicaciones por los diferentes atributos que tiene María y por los lugares en donde han tenido lugar sus Apariciones, o en donde se le venera. María, la Inmaculada, la Madre de Dios, es una sola: la Virgen María. No hay que confundirse pensando que se trata de varias personas. Aunque la llamemos, María de Guadalupe, Fátima, Virgen del Carmen, Auxiliadora, del Rosario, Lourdes, etc....
Ninguna advocación es "más milagrosa" que otra, ni puede interceder de mejor manera por nosotros. Nuestra devoción es hacia la única Virgen María que cuida e intercede por sus hijos con su amor de madre y espera de nosotros que seamos fieles seguidores de su Hijo, Jesucristo.

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