
Me dijo que cualquier día de esos no estaría. Hasta entonces yo acudía diariamente al hospital a verla. Un presentimiento especial me previno y, efectivamente, hallé la cama vacía. La imagen era sobrecogedora.
La cama, revuelta, aún tenía las sábanas calientes y la almohada ligeramente húmeda. No pisé la alfombra, como muestra de respeto del último sitio que pisaron sus pies en ésta tierra...
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