
La caca de vaca, cuando está recién hecha, emana gases como el sulfuro.
Si bien las leyes anti-narcóticos de Malasia incluyen la muerte por ahorcamiento, no existe ninguna legislación que condene la inhalación de caca. Las autoridades expresaron que el método abre un camino de suministro gratuito de drogas. Entre los 23 millones de personas que viven en Malasia, cerca de 200.000 son adictos. De estos últimos, 40.000 ya han recibi
do tratamiento y han reincidido.

Malasia aprobó el mes pasado una ley que castiga a los reincidentes que fallan más de una vez en la rehabilitación con trece años de prisión y seis latigazos.
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